Pese a que mi avión salía a las 23:35 de vuelta a Barcelona y no tenía equipaje que embarcar, a las 21:40 ya estaba en la cafetería de la terminal de El Cairo.
Creo que por primera vez en mi vida estaba siendo más que puntual. No me fiaba del tráfico horroroso de esta megaurbe y tampoco tenía nada mejor que hacer a última hora de la tarde.
Entré en el casi desértico bar, pedí un café con leche y me senté a pocos metros de la única pareja que estaba en el local.
Mientras me fumaba un cigarro entró un joven con vestimenta islámica, llevaba thobe, una especie de chilaba larga hasta la altura de los tobillos y de mangas largas, en la cabeza un kufi, todas las prendas de color blanco.
Pidió un té y se sentó muy cerca de mí.
Supongo que la larga y honda calada que le dí al cigarro le provocó unas ganas locas de fumar, o simplemente el chaval era un gorrero, el caso es que cuando cruzamos la mirada y comenzó a gesticular llevándose dos dedos a la boca repetidamente, tocándose los labios y de paso la larga barba que llevaba.
Asentí con la cabeza y de un salto se colocó delante mío y cogió el cigarrillo que saqué del bolsillo del chaleco. Sin pensar en el idioma que él pudiera hablar se me escapó un "toma" bien castizo que le cambió el semblante de repente.
– Ah! ¿Habla usted español?
– Sí – le dije, aunque pensé en contestarle "desde pequeñito" como me han respondido simpáticamente algún que otro hispanoamericano en Estados Unidos.
De un salto cogió sus pocas pertenencias de la otra mesa y de otro salto lo tenía sentado junto a mí diciendo:
– No le molesta que me siente aquí a hablar con usted, es que llevo unos cuantos días en el país y no he podido hablar con nadie en español y tenía muchas ganas.
Me quedé de piedra porque hablaba un español perfecto que no casaba con su vestimenta, su semblante totalmente islámico, su tez muy morena y su barba negra y larga.
– ¿De dónde eres? – balbuceé.
– Soy de Panamá
– ¿De Panamá? – interrogué extrañado.
– Aunque de padres pakistaníes, lo dices por lo moreno que soy, no?
– Pues sí, la verdad.
– Mis padres son pakistaníes, musulmanes, y yo he recibido desde siempre una educación islámica en una madrasa de Panamá. Precisamente estoy aquí en unos cursos impartidos en la mezquita de Al Azhar, unas conferencias que han atraído a gente de varios lugares del mundo.
– Pero tú pareces muy joven, ¿No?
– Sí, tengo 21 años. De hecho he venido porque mi intención es cursar estudios universitarios en la prestigiosa Al Azhar. Bueno… era.
– ¿Era?
– Bueno, no sé, estoy un poco confundido, es que… no sé. Tengo ganas de irme y no volver.
– ¿Por?
– No me ha gustado la gente. Somos musulmanes y todo el rato hay gente que me ha querido engañar, no lo entiendo. Encima no hablo árabe y todavía lo he pasado peor y me han querido engañar más. Qué alegría poder hablar con alguien en mi idioma.
(sonrío por lo curioso de la situación) – ¿No hablas árabe? – pregunto extrañado.
– un poco, leo el Corán en árabe y lo memorizo, y por eso sé muchas palabras en árabe, pero hablar no lo hablo. Por cierto, ¿Tienes otro cigarro?
Le doy un cigarro mientras yo me enciendo otro. Me parece una conversación muy ilustrativa, bueno, de hecho este tío para mí es una mina antropológica.
– Oye – me pregunta – ¿Quieres preguntarme algo del Islam? Con gusto te contesto y te explico cualquier cosa de mi religión. – me pone una cara feliz mientras se recosta en la silla dándole una calada al cigarro y dejando sacar una gran bocanada de humo. Comienza la faceta proselitista de la conversación. -pregunta, pregunta si hay algo que no entiendas del Islam-
– No sé – le digo – así de repente… – lo miro, le doy una calada al cigarro y pienso si vale la pena meterme en una conversación de este tipo. Pero pienso que todavía hay tiempo para embarcar y no tengo nada mejor que hacer, por lo que me lanzo. – Hay una cosa que me genera dudas y es como ve la gente musulmana el cambio de actitud de Muhammad como simple profeta en Meca a líder político-militar además de religioso tras la Hégira y su etapa en Medina-
Me mira extrañado, parece que lo he descolocado bastante. Creo que no era la pregunta que deseaba oir. Quizá hubiera preferido una pregunta más básica, con una respuesta al uso, la que predicara las bondades del Islam y poco más. Le da una calada al cigarro y encoge los hombros. Creo que está un poco incómodo. Medio divertido pensé que debía rematar la situación dando fin a esa conversación proselitista.
– Bueno, pues pregunto otra que siempre me ha llamado la atención. Sabiendo que el primer y más importante pilar del Islam es la unicidad de Dios, me refiero al concepto la ilaha illallah (no hay más Dios que Dios), siempre me ha sorprendido que la Revelación se haga en la primera persona del plural y no del singular. ¿No es verdaderamente contradictorio?- le pregunto.
Tarda unos segundos en cerrar sus ojos y boca abierta. Luego con una respuesta que me sorprende a mí, se sincera y me dice:
-No he llegado a estudiar eso todavía… eres una persona curiosa, no he conocido gente como tú en Panamá-
– A qué te refieres?
– pues no sé, tu manera de hablar, tu cultura…
– Leo bastante – le apostillo – leo libros de todas clases.
– Sobre qué.
– Sobre Islam – sonrío – pero también muchos ensayos, Historia principalmente, ah, y también de ciencia.
– No me digas que eres de los que cree en los dinosaurios.
– Hombre, pues sí, ya que lo dices.
Suelta una carcajada. Balancea la cabeza y dice – es muy común esa creencia errónea, parece mentira que alguien con tu cultura crea en esas cosas.
– Bueno, pero son hechos probados, al menos más científicamente que el Génesis.
Sonríe condescendientemente y me invita a cambiar de tema.
– Me gustaría leer un poco más de otras cosas, aunque tampoco tengo acceso a muchos libros.
– Mi máxima en todas las cosas es no quedarme con una única versión, siempre busco diferentes puntos de vista, ya sabes, las diferentes caras del prisma
Seguimos charlando de cosas más mundanas, de su familia, de su país, hasta que se acercó la hora del embarque y de poner fin a nuestra fortuita conversación.
– Me alegra haberte conocido
– Igualmente – me dice – eres un tipo curioso –
Sonrío, juraría que eso es lo que pensaba yo. Ambos nos parecíamos tipos curiosos. Lo que sí que me dejó claro en esa conversación es que se trataba de una muy buena persona, un musulmán devoto y convencido de la bondad de su religión.
Un sabio griego dijo: " la mayoría de las personas es mala" refiriéndose a una masa de individuos, a los grupos grandes. Lo cierto es que la mayoría de las personas son buenas, individualmente, sean de donde sean.
– Sólo te digo que leas más libros, no de cantidad sino de variedad.
– Lo prometo. Pero tú prométeme otra cosa.
Dime.
– No creas en los dinosaurios.
Reímos los dos y nos fuimos hacia la puerta de embarque. Ambos volábamos a Barcelona, yo como destino, él como escala.
Caminábamos juntos. Hacíamos una extraña pareja. Éramos muy diferentes pero no distintos. Creo que podíamos haber sido muy buenos amigos.

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Sí, fue un bonito encuentro. La verdad es que te puede pasar en cualquier sitio, pero viajando ocurren más estas cosas. Por eso nos encanta viajar, eh?. Un abrazo y gracias por pasarte.
Me imagino que te quedaste con la boca abierta… Es fascinante los encuentros fortuitos y sorprendentes que puede uno hacer no sólo viajando, sino a la vuelta de la esquina. Daría para escribir un libro y la mayoría parecerían de ficción. En cuanto a los dinosaurios… ¿qué se puede decir? Es alucinante lo condescendiente que puede ser la ignorancia a que conducen las religiones. En pleno siglo XXI la mayoría de la gente prefiere creer en cosas absurdas en lugar de conocer el mundo real. ¡Con lo bonito que es el mundo real!
Jaja, pues sí, no había pensado que por una vez el aeropuerto resultara provechoso… aunque buena lectura me he pegado muchas veces. Gracias por el tweet !
Muy cursiora la conversación, para que luego digan que las esperas en los aeropuertos son aburridas XDD
Saludos!
es una conversación curiosa, gracias por compartirla
Saludos
Hola Jesús, gracias por pasarte por el blog.
Sí, era panameño, hijo de pakistaníes y estaba en Egipto porque a parte de asistir a un encuentro en Al Azhar, su intención era sondear el terreno para cursar estudios universitarios de la famosa y prestigiosa universidad mezquita de Al Azhar (la más antigua del mundo funcionando ininterrumpidamente). La universidad recibe estudiantes, no solo egipcios, sino de distintas partes del mundo islámico. Cuando digo prestigiosa me refiero en el ámbito islámico y de estudios de esa religión. Que yo sepa, hasta la fecha no ha salido ningún premio Nobel de ella.
Gran conversación, me hubiese gustado estar allí entre vosotros, como dices diferentes pero no distintos. Yo también he tenido conversaciones parecidas, debería escribirlas para no olvidarlas. Por cierto panameño y en Egipto, que extraño.