Explorar Sepilok, Sukau y Sandakan es descubrir tres caras complementarias del norte de Borneo: la selva más viva, la calma del río Kinabatangan y la memoria histórica de Sabah. En solo tres días vivimos encuentros salvajes, paisajes inabarcables y momentos de silencio absoluto en lugares marcados por la historia.
Fueron tres días intensos en el norte de Borneo, antes de continuar la ruta hacia Kota Kinabalu, cruzar a Brunei, seguir por Kuching y más tarde adentrarnos en la península de Malaca.
Aquí te contamos, día a día, cómo fue nuestra experiencia y qué ver en Sepilok, Sukau y Sandakan.

Y recuerda: todo es subjetivo, pero intentaremos transmitirte nuestra objetividad más honesta de viajeros. Soy Héctor Navarro Buil, viajero con más de 100 países visitados, historiador… ¡y hasta me ha dado por escribir libros 🙂 Esta es mi experiencia al visitar este destino turístico.
Día 1 en el norte de Borneo – Llegada a Sepilok y la selva
El día comenzó temprano en Singapur, aún de noche. Teníamos vuelo a las 8:30 con Scoot, y aunque el metro empieza a funcionar a las 5:30, sabíamos que en nuestra parada de la línea azul el primer tren pasaba cerca de las 6:00. Como el trayecto al aeropuerto lleva unos 50 minutos y el mostrador de facturación cierra a las 7:30, no quisimos arriesgar. Pedimos un taxi desde el Hotel Mi Bencoolen y fuimos al aeropuerto con el cielo empezando a clarear.
El vuelo de Singapur a Kota Kinabalu fue corto, apenas un par de horas. Ya estábamos en Borneo.
Desde allí recogimos las maletas, volvimos a facturar y esperamos el siguiente vuelo a Sandakan, que salía a las 14:20 y llegaba alrededor de las 15:00. En el vuelo pudimos ver el monte Kinabalu desde las alturas.

Nada más aterrizar, sacamos dinero del cajero (aquí casi todo se paga en efectivo) y tomamos un Grab hasta nuestro alojamiento, el Sepilok Jungle Resort.

El nombre le hacía justicia: un hotel literalmente metido en la selva. Desde las pasarelas de madera se veían árboles enormes, el sonido de los insectos era constante, y en el estanque frente al restaurante nadaban lagartos tranquilamente.
Rainforest Discovery Centre (RDC)
Dejamos las maletas y, sin perder tiempo, nos fuimos directos al Rainforest Discovery Centre (RDC), que cierra a las 17:00. Llegamos a las 16:10, justo a tiempo para aprovechar su última hora abierta.
El RDC tiene una pasarela aérea de casi 500 metros, el Rainforest Skywalk, que alcanza 27 metros de altura. Desde allí se puede contemplar la selva desde arriba, entre copas de árboles y con tres torres que permiten subir todavía más. A ras de suelo hay senderos naturales que se entrecruzan, incluido uno de un kilómetro que rodea un lago con un puente giratorio.

Caminamos por las pasarelas, subimos a las torres y escuchamos el ruido ensordecedor de las cigarras. No vimos animales, pero la sensación de estar suspendidos sobre esa masa verde, viva y densa, fue brutal. A las 17:20 pedimos un Grab de vuelta.
El Rainforest Discovery Centre, gestionado por el Departamento Forestal de Sabah, nació en 1996 como espacio de educación ambiental y observación de aves. Alberga más de 300 especies registradas, incluyendo el cálao rinoceronte, símbolo de Sabah, y el rarísimo pitt pitón de Borneo.
Encuentro con orangutanes al atardecer
Ya en el hotel, llegamos justo cuando acababan de cerrar la piscina. Pensábamos que sería una de esas abiertas sin vigilancia, pero estaba literalmente bajo llave. Así que, resignados, nos fuimos hacia el bar del complejo a cenar algo… y ahí ocurrió uno de los momentos mágicos del viaje: dos orangutanes, una madre y su cría, cruzaron entre los árboles frente al restaurante.

Los observamos construir un nido en lo alto de un árbol, mientras el sol caía sobre la selva. Pudimos grabarlos y sacar fotos; fue una escena totalmente salvaje, sin intermediarios, sin jaulas.
Cenamos noodles al estilo Singapur, calamares fritos y cerveza fría. Todo sabía mejor después del día de vuelos y calor. Nos fuimos pronto a descansar, con el sonido constante de los insectos de fondo y esa sensación de estar durmiendo en medio del corazón de Borneo.
Día 2 – Orangutanes en Sepilok y crucero por el río Kinabatangan
Nos levantamos a las siete para desayunar y prepararnos para la visita del día.
Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok
El Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok, que abre a las nueve. Este centro, creado en 1964, es uno de los lugares más emblemáticos de Borneo. Aquí rescatan y cuidan a orangutanes huérfanos, heridos o desplazados por la deforestación. Los crían, rehabilitan y, cuando están listos, los reintroducen en la selva, generalmente en la Reserva Natural de Tabin.

El complejo está dentro de la Reserva Forestal Kabili-Sepilok, un área protegida de 40 km². La visita se hace por una pasarela de madera accesible para todos, que lleva hasta la plataforma de alimentación, donde dos veces al día —a las 10:00 y a las 15:00— los cuidadores colocan frutas (sobre todo plátanos) para atraer a los orangutanes.
No es un zoo: los animales se mueven en libertad y acuden solo si quieren. Ver cómo se mueven las ramas, cómo aparece un pelaje naranja entre las hojas y luego una mirada curiosa… es imposible no quedarse hipnotizado.
El Centro de Rehabilitación de Orangutanes de Sepilok fue el primero de su tipo en el mundo. Actualmente alberga más de 70 ejemplares en semilibertad y ha inspirado proyectos similares en Sumatra y Kalimantan. Los orangutanes comparten el 96,4% de su ADN con los humanos.
Bornean Sun Bear Conservation Centre (BSBCC)
Frente al centro se encuentra el Bornean Sun Bear Conservation Centre (BSBCC), creado en 2008 por el biólogo Wong Siew Te. Este lugar rescata y cuida a los osos malayos, los más pequeños del mundo y una especie en peligro de extinción.

Suelen alimentarlos entre las 10:00 y 10:30, y pudimos verlos buscando comida, trepando y descansando al sol. Desde las pasarelas elevadas se observan perfectamente y hay telescopios para acercarse mejor.
El precio de la entrada (50 MYR) es un poco más alto que el de los orangutanes, pero vale la pena. Los cuidadores explican que cada oso tiene una mancha dorada en el pecho con forma diferente, y que por eso los llaman “osos del sol”. Escalar es su especialidad: trepan árboles altos para buscar miel, abriendo huecos en los troncos que luego aprovechan otras especies, como los cálaos.
Los osos del sol (Helarctos malayanus) solo viven en el sudeste asiático. En Borneo quedan menos de 10.000 ejemplares. Su mancha pectoral dorada es tan característica como una huella digital, y el centro de Sepilok es clave en su recuperación.
Cómo ir de Sepilok a Sukau
Después de ambas visitas, regresamos caminando al hotel, que está a unos 500 metros. Nos bañamos media hora en la piscina rodeada de vegetación y, a las 12:05, nos pasó a buscar una van para llevarnos a Sukau, nuestro siguiente destino.
El trayecto hasta Sukau llevó poco más de dos horas. Llegamos a las 14:10 y nos alojamos en el Sukau Village View, un hotel sencillo con buena puntuación en Booking (8,1) y comentarios prometedores. Pero al llegar, la realidad fue otra: todo era básico, sin apenas comodidades.
Nadie se presentó ni explicó mucho, y el único restaurante del pueblo estaba cerrado, así que terminamos comiendo un plato de arroz allí mismo, sin bebidas frías porque ni siquiera tenían cerveza. Un ventilador apenas movía el aire, y el lugar olía a humedad y gato.
La primera impresión fue desalentadora. Sin embargo, a las 16:00 empezó lo mejor del día: el Afternoon Cruise por el río Kinabatangan, y todo cambió.
Crucero por el río Kinabatangan
Nos llevó hasta el embarcadero el mismo chico del hotel. La barca era larga, con un buen motor, y el crucero duró más de tres horas. A medida que avanzábamos, la luz del atardecer caía sobre el agua marrón y los árboles reflejados.
Navegamos por canales estrechos entre selva densa, con el ruido de los insectos y los monos resonando a lo lejos.

Durante el recorrido vimos monos narigudos, endémicos de Borneo, con sus peculiares narices y su panza redonda. También vimos langures plateados, serpientes pequeñas enrolladas en ramas, cocodrilos jóvenes y varias especies de pájaros. No hubo suerte con los elefantes, pero el espectáculo de la naturaleza fue más que suficiente.
El crucero terminó al caer el sol. Fue una experiencia tranquila, hermosa, con esa sensación de estar en un lugar remoto, donde la naturaleza todavía manda. Cenamos en el alojamiento, pagamos todo con Revolut, y demasiado cansados, decidimos no hacer el night walk.
El río Kinabatangan es el segundo más largo de Sabah (560 km). A lo largo de su cauce se conservan los últimos bosques de ribera de Borneo.
Es uno de los pocos lugares del planeta donde pueden coexistir las diez especies más icónicas de la isla: orangutanes, elefantes pigmeos, cocodrilos, monos narigudos, gibones, cálaos, osos del sol, pitones, leopardos nebulosos y búfalos de agua.
Día 3 – Historia y memoria en Sandakan

A las 8:00 desayunamos, aunque la van salió finalmente a las 8:50. Esta vez íbamos ocho personas apretadas en el mismo vehículo en el que el día anterior habíamos viajado solos. Llegamos a Sandakan a las 11:30 y nos instalamos en el hotel.
A la una y media tomamos un Grab (18 MYR) hasta el Sandakan Memorial Park, un lugar tranquilo y verde, con senderos y placas conmemorativas que relatan uno de los episodios más terribles de la Segunda Guerra Mundial.
Sandakan Memorial Park
Aquí estuvo el campo de prisioneros japonés, donde miles de soldados australianos y británicos fueron obligados a construir un aeródromo entre 1942 y 1945. En total, unos 2.500 hombres pasaron por aquí, capturados tras la caída de Singapur. Muchos fueron trasladados en los llamados “barcos del infierno”, hacinados durante nueve días en bodegas sin aire ni comida, desde Singapur hasta Borneo.

En enero de 1945 comenzaron las Marchas de la Muerte de Sandakan a Ranau, unos 260 kilómetros de selva y barro. Cientos murieron en el camino; los que flaqueaban eran ejecutados. De los casi 470 que salieron en la primera marcha, solo seis sobrevivieron.
Tras la guerra, el 3 de enero de 1946, se celebraron los juicios por crímenes de guerra en Labuan: 130 soldados japoneses fueron juzgados, ocho ejecutados y más de cincuenta encarcelados.
El Sandakan Memorial Park fue inaugurado oficialmente en 1999 y está gestionado conjuntamente por los gobiernos de Australia y Sabah. Es un símbolo de reconciliación y memoria, levantado donde antes hubo horror. Cada año, el 15 de agosto, se celebra aquí una ceremonia en recuerdo de las víctimas.
Agnes Keith House y mirador

A las 15:30 tomamos otro Grab (15 MYR) hasta la Agnes Keith House, una casa museo en memoria de la escritora estadounidense Agnes Newton Keith, que vivió aquí con su marido Harry Keith, conservador forestal británico. Agnes escribió varios libros sobre su vida en Borneo, entre ellos Land Below the Wind, título que ella misma acuñó para describir Sabah, “la tierra bajo el viento”.
La casa está perfectamente restaurada, con muebles coloniales, fotos y objetos personales. Desde sus ventanales se ve el mar.
Agnes Keith (1901–1982) fue internada por los japoneses durante la guerra, experiencia que plasmó en su libro Three Came Home (1947). Tras el conflicto, su casa fue reconstruida con ayuda del gobierno británico y hoy es una de las mejores muestras de la arquitectura colonial de Sabah.
Justo al lado se encuentra el English Tea House, un restaurante con aire colonial y un pequeño mirador. No es especialmente impresionante, pero ofrece buenas vistas si uno quiere relajarse. Bajando por las escaleras se llega a un mirador gratuito con una panorámica muy bonita de la ciudad.
100 escaleras de Sandakan

Desde ahí intentamos ir hacia las famosas 100 escaleras de Sandakan, pero el GPS nos jugó una mala pasada: nos llevó por la izquierda cuando había que ir por la derecha, de modo que acabamos abajo en lugar de arriba. Consejo para futuros viajeros: si queréis bajarlas, tomad el camino de la derecha desde el mirador.
Cerca de las escaleras está el memorial a William B. Pryer, fundador de la ciudad, con algunas placas y banderas. De vuelta al hotel paramos en el centro comercial de enfrente, donde merendamos lo que sería ya nuestra cena. Al día siguiente nos esperaba otro madrugón: el vuelo a las 7:50.
Consejos prácticos para visitar Sepilok, Sukau y Sandakan
- Cómo llegar: los vuelos desde Kota Kinabalu a Sandakan son frecuentes y económicos. Desde el aeropuerto puedes moverte en Grab hasta Sepilok (unos 25 minutos).
- Dinero: la mayoría de alojamientos y restaurantes solo aceptan efectivo. Lleva ringgit malayos o usa apps como Revolut.
- Entradas: los centros de orangutanes y osos del sol se pueden visitar el mismo día. El primero cuesta unos 30 MYR y el segundo 50 MYR.
- Crucero en Sukau: hay dos salidas diarias (mañana y tarde). La de la tarde es más recomendable por la luz del atardecer.
- Clima: el calor y la humedad son constantes; lleva ropa ligera y protector contra mosquitos.
- Alojamiento: en Sepilok hay opciones cómodas entre la selva; en Sukau, elige alojamientos que ofrezcan directamente los cruceros fluviales.
Preguntas frecuentes sobre Sepilok, Sukau y Sandakan
¿Cuántos días se necesitan para visitar esta zona de Borneo?
Tres días completos son suficientes para disfrutar de Sepilok, hacer un crucero por el río Kinabatangan y explorar Sandakan con calma.
¿Es necesario reservar el crucero del Kinabatangan con antelación?
En temporada alta (junio a septiembre), sí conviene reservar. En temporada baja, suelen bastar uno o dos días de margen.
¿Se pueden ver orangutanes en libertad fuera del centro de rehabilitación?
Sí, a veces se acercan a los alrededores de los alojamientos en Sepilok, especialmente al amanecer o al atardecer.
¿Vale la pena visitar Sandakan?
Definitivamente. Su Memorial Park y la Agnes Keith House aportan un contraste histórico perfecto al viaje naturalista por Sepilok y Sukau.




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