Todos los que íbamos en la barca tuvimos que pasar por el control fronterizo que se encuentra en el embarcadero mismo. Después nos dirigimos a la parada de autobús para irnos dirección a Belice city. Cuando llegamos al país nos dimos cuenta que estaba lloviendo, era una especie de calabobos. Toda la Ruta Maya
Índice
VIAJAR A BELICE
No nos habíamos dado cuenta durante el viaje porque el oleaje nos mojaba constantemente pero en tierra nos dimos cuenta de ello. La lluvia nos acompañó durante todo el tiempo que estuvimos en el sur del país y digo esto para introducir un dato curioso y es que en esta región llueve unos 4000 mm anuales, o sea, cuatro metros de agua por metro cuadrado.
Teniendo en cuenta que en el Amazonas llueve una media de 3500 mm nos podemos hacer una idea de la cantidad de agua que cae por estos parajes, en Punta Gorda llueve como mínimo una vez al día.
Al fin llegó el bus y comenzamos el trayecto por este pequeño país llamado Belice.
Algunos datos interesantes de Belice
Belize es un país de habla inglesa y con una gran mezcla racial y cultural dentro de un territorio no mayor que el país valenciano y más pequeño que Sicilia o Cerdeña. La raza mayoritaria y con creces es la negra.
El territorio que ocupa actualmente este país no interesó del todo a los conquistadores españoles puesto que no había mucha población y la única explotación que poseía era la tala de madera como la caoba. Además muchos barcos españoles se hundían al aproximarse a la costa por el gran arrecife de coral.
Esto lo aprovecharon los piratas ingleses para convertir Belice en su refugio hasta que decayó su oficio y se dedicaron a la tala de árboles. Así empezaron a venir los primeros colonos ingleses e instalarse en el territorio. Como la tala de árboles es muy dura y el hombre blanco bastante vago cuando se habla de ejercicio físico, decidieron importar negros de Jamaica para que les hicieran el trabajo sucio.
Así se llenó el país de morenos que en la actualidad son la raza mayoritaria debido también por su elevado índice de natalidad. Marta y yo vimos en Corozal, una ciudad al norte de Belice, a una mujer negra embarazada que iba con otros cinco hijos que parecían los hermanos Dalton, pues no se llevarían mas de un año cada uno y su estatura era directamente proporcional a su edad.
En fin, aunque los españoles se creían dueños del territorio su derrota delante del cayo Saint George el 10 Septiembre de 1798 les devolvió a la realidad y los dejó fuera de juego pasando a ser colonia británica poco más tarde. En 1981 consiguió su total independencia por lo que nos hallamos frente a una nación joven que aunque pobre cuenta con ilusión para el futuro.
Belice City
Y después de este rollo histórico sigo con mi historia. Estábamos en el autobús para viajar a Belice city, capital del país. Nos quedaban 335 km por delante, en un autobús de colegio americano, de sillines duros y con música rap machacona gracias a unos chicos que iban sentados en la parte trasera del bus.
Las carreteras están sin asfaltar y como he dicho los autobuses son unas cafeteras, ante estas premisas, ¿adivináis que es lo que nos iba a ocurrir?, sí, evidentemente, el cacharro se estropeó a mitad de trayecto.
Pudimos llegar a una gasolinera de Dandriga. Allí el conductor corroboró que era imposible reparar el vehículo y tuvimos que esperar dos horas y media a que viniera el siguiente, que iba abarrotado y pese a que encontramos dos sitios libres es muy incómodo y claustrofóbico hacer un trayecto largo con un autobús cargado hasta los topes. Además hicimos un transbordo en no se que pueblo y paramos a cenar en otro con la consecuente búsqueda de sitio en el vehículo.
Llegamos a Belice city entrada la noche, a las nueve.
Habían dos parejas de extranjeros en la cafetera con ruedas, una de holandeses y la otra de Texas. Decidimos buscar juntos alojamiento puesto que Belice es muy peligrosa y más de noche. Hubo un momento que nos iba siguiendo un coche de policía a diez metros de distancia y durante un buen rato hasta que se cansaron, eso supongo que era un método disuasorio para los que le parecía una presa atractiva seis jóvenes con mochila andando sin saber muy bien adonde a esas horas de la noche. Llegamos al hotel que buscábamos y estaba completo.
Había otro muy cerca pero era bastante más caro, los otros cuatro no querían gastar mucho dinero pero a nosotros no nos apetecía ir dando vueltas por la calle a esas horas, cargados como mulas y con el cansancio que llevábamos. Nos despedimos y entramos dentro del hotel. Regatee duramente el precio y nos dejaron una habitación sin TV ni aire acondicionado por un precio más que razonable, habíamos triunfado. Dormimos como marmotas después de aquel día agotador en que fuimos cincuenta minutos en lancha aunque más bien diría que era una patera del estrecho de Gibraltar, doce horas en autobús o cafetera motorizada y casi una hora andando y cargados con todo el equipaje.
Cómo ir de Belice city a los cayos
A la mañana siguiente desayunamos en el hotel, todo era más caro y peor cocinado como nos habían advertido, bienvenidos a los países anglosajones. Después del desayuno nos acercamos hasta una agencia de viajes y preguntamos precios de vuelos a Caye Caulker. Preferíamos viajar en avioneta que cruzar el mar hasta los cayos en alguna embarcación que pudiera quedarse embarrancada en un banco de arena o a saber qué.
Además ya tuvimos suficiente con el trayecto de Livingston a Punta Gorda. Nos dijeron que no había ningún problema y que si estábamos en el aeropuerto en menos de una hora partíamos hacia los cayos. Regresamos al hotel a recoger las mochilas, allí nos encontramos al chico de Texas de la noche anterior que nos dijo que habían dejado a la pareja de holandeses en un hotel en que sólo les quedaban una doble y que ellos continuaron buscando durante una hora hasta que finalmente se rindieron y vinieron a nuestro hotel pagando 45$ U.S por una noche.
Nosotros pagamos 30$ por quedarnos la única pequeña, mala suerte, moraleja: si estás cansado y hecho polvo no tientes a la suerte y descansa en cualquier sitio aunque pagues fuerte. De todas maneras su mala suerte no acabó ahí como nos contarían mas tarde en caye Caulker.
Cogimos un taxi pirata que conducía un rastafari de casi dos metros, el coche también era enorme. Nos llevó hasta el aeropuerto o miniaeropuerto por el tamaño que tenía, era una pequeña pista para despegar avionetas.
Vuelo Belice city a Caye Caulker
A las 9:40 despegábamos hacia el cayo al que llegamos en 20 minutos.
Belice cuenta con doscientas islas entre su costa y el arrecife de coral el cuál es el segundo más grande del mundo después del australiano. De estas islas hay dos que poseen una mínima infraestructura turística y son Ambergris caye o cayo San Pedro y caye Caulker. La primera está mas cancunizada aunque ni mucho menos se le asemeja, ni os vayáis a pensar que hay grandes hoteles todo son casas de máximo tres plantas, me refería que es más turística y aquí vienen los grupos de viajes organizados. Para los viajeros está caye Caulker con ambiente mas tranquilo, acogedor y con precios mas ajustados y además posee las mismas distracciones que el otro cayo.
El viaje en avioneta lo hicimos solos, aterrizamos en el cayo sin ningún problema, el viaje fue maravilloso y vimos los cayos, bancos de arena y verdes aguas desde el cielo. La pista era sin asfaltar pero el piloto estaba curtido en estos aterrizajes un tanto rústicos, nos esperaba en tierra un chico que vigilaba la terminal del aeropuerto del cayo que resultaba ser una caseta pequeña con una radio para comunicarse con las avionetas y el aeropuerto de la capital. Cogimos las mochilas y seguimos el sendero que bordea la costa.
Los Cayos de Belice
Nos quedamos en una de las primeras cabañas que encontramos, en la periferia del pueblo.
Las cabañas estaban separadas entre sí, no eran muy grandes y mas o menos medirían siete metros cuadrados. Por fuera eran bicolores de color rosa la fachada y lila los laterales. La cabaña descansaba sobre nueve pilones que la separaban del suelo unos tres metros y se accedía a la entrada por unas escaleras de madera.
Estos pilones van muy bien para aislar la casa del suelo y la humedad dejando además libre el espacio que ocuparía la planta. Como puede observarse esta gente no está tan aislada y conoce uno de los grandes postulados del gran arquitecto de nuestro siglo Le Corbusier aunque seguramente creo que la idea se la sugerirían la cantidad de bichos que se debían colar dentro de las cabañas. Mientras estábamos parlamentando con el dueño aparecieron los holandeses del día anterior buscando alojamiento y se quedaron aquí. También es casualidad puesto que el cayo no es tan pequeño. Después de instalarnos decidimos salir a dar una vuelta para sondear el lugar y algunas agencias de tours para bucear.
Caye Caulker
El pueblo consiste en dos calles paralelas a la costa en el lado que da a mar abierto o a la barrera de coral, las calles no son muy largas y se ubican en la parte norte de la isla, el resto está deshabitado. Las casas son unifamiliares y no tienen mas de dos plantas, parecen fabricadas por ellos mismos.
En sus calles sin asfaltar circulan de vez en cuando unos cochecitos eléctricos como los que se usan en los campos de golf. Dimos con unas cuantas agencias de salidas en barca hacia la gran barrera de coral. En inglés hay dos posibilidades de buceo, la primera es el snorkeling que es con las gafas y el tubito y la segunda es el diving, con todo el equipo de escafandrismo con botellas de oxigeno incluidas.
Nosotros como solo sabemos snorkelear pues miramos salidas en barca que se ciñeran a nuestras posibilidades y vimos que no estaban nada mal. Hoy mismo había un tour a las 13:00 horas hasta la puesta de sol que aquí es muy pronto, a las cinco de la tarde. Por tanto nos daba tiempo de ir a cambiarnos a la cabaña y volver con nuestros flamantes bañadores y las zapatillas de agua.
La Barrera de Coral de belice
Una cosa he de comentar y es que si quieres ir a bucear a la barrera de coral has de ir con estas lanchas de las agencias. La barrera no está muy lejos quizá a menos de un kilómetro, pero si vas nadando corres el riesgo de que una lancha te pase por encima a toda velocidad. No es el primer muerto que se produciría, aquí sentirían mucho el accidente pero pasarías a engrosar las listas de intrépidos bañistas que no hicieron caso a estos consejos que además te disuaden de que lo intentes y que entres en el negocio de las barcas.
O sea, que es el pez que se muerde la cola más muertos mas negocio hacen las barcas por lo que en su conducción tampoco es que miren mucho por los bañistas. Así que al mediodía nos embarcamos en un velero a motor el cual paró nada más salir del muelle y desplegó velas hacia el arrecife de coral.
Hicimos tres paradas de buceo. La barrera de coral no es tan impresionante como la australiana en la que los corales surgen de profundidades mucho mayores y parecen rascacielos acuáticos en los que muchas veces no se divisa el fondo marino.
Estoy hablando bajo las experiencias que tuve buceando en las dos grandes barreras de coral pero tampoco puedo convertirlo en dogma puesto que las dos barreras tienen longitudes inmensas y pueden haber muchas zonas diferentes en cada una de ellas y que yo sólo haya visto la parte que vi, pero esta es la sensación que tuve y así la escribo, en Belice siempre vi el fondo marino.
Más allá de los corales hay una gran rompiente de olas que delimita el color verde de las aguas bajas de las aguas profundas de color azul oscuro que se pierden en el horizonte. Sólo de pensar en este punto de separación me recorren escalofríos por el cuerpo, creo que la inmensidad del mar le da reparo a cualquier persona, no es nuestro medio e inspira un profundo respeto. Una cosa típica de la barrera caribeña es la formación de cayos y manglares que la diferencia de la del hemisferio sur.
Pero hay una cosa que las une por completo y es la infinita cantidad de peces de distintos colores que pululan entre los corales multiformes. En la segunda parada de buceo divisé a unos quince metros de profundidad una gran manta raya nadando majestuosamente cosa que me pareció una gozada. Lo que no sabía es que la tercera parada consistía en visitar una colonia de mantas donde aluciné por completo.
Las podías tocar y darles de comer. Las rayas nunca se cansan de comer, nos dice el patrón del barco, los tiburones comen un rato y se van pero las rayas siempre quieren más. De repente se acercó un tiburón gato, un escualo inofensivo que se caracteriza por sus dos bigotes que nos recuerda a los felinos.
Me tiré al agua y confirmé que era verdad la explicación del patrón puesto que a la que se acabó la manduca se alejó raudo del lugar, no obstante seguí jugando con las rayas que eran unas cachondas totales, estas no se cansan. Su tacto es como el de un pulpo o calamar pero de carnes más apretadas, compactas y más suaves.
Cuando te cogen la comida de la mano te recorre una extraña sensación, la boca la tienen debajo de lo que es la manta de su cuerpo, entonces se ponen sobre tu mano te envuelven con sus aletas como si les costase la maniobra que están efectuando y te ves invadido por el animal ya que se te pone literalmente entre los brazos y el pecho y tu reacción es echarte para atrás para que no te toque con la peligrosa cola pero ellas ya saben a quién han de golpear con ella y maniobran muy bien, ninguna me rozó.
Desplegamos velas pues estaba anocheciendo y el barco comenzó a navegar en dirección caye Caulker. Todos íbamos estirados en el barco contemplando la maravillosa puesta de sol que nos ofrecía la naturaleza. Al este la oscuridad reinaba, contra más al oeste el cielo se tornaba de amarillo al naranja fuerte que rodeaba el poco sol que se iba ocultando tras el cayo que quedaba en primer plano, en negro pues estaba a contraluz y dibujando su relieve en el que resaltaban centenares de palmeras.
Todos lo contemplábamos en silencio nada mas oíamos el barco cortando las olas y el húmedo viento que soplaba hacia tierra. Cuando arribamos al puerto una legión de invisibles mosquitos nos atacó sin dar tregua. No se veían, son pequeñísimos pero pican duro, uno tras otro. Por tanto fuimos a la carrera hacia nuestra cabaña mientras nos picaban esos pequeños pinches zancudos. Al llegar nos duchamos y nos rociamos de loción antimosquitos, nos pusimos de manga y pantalones largos y salimos a cenar fuera.
Cayos Chapel y Sant George
La especialidad en Belice es langosta y cualquier producto de mar. La langosta la puedes comer preparada de múltiples maneras y te sale relativamente bien de precio, muy bien si lo comparamos con lo que cuesta en España, también hay que decir que la langosta caribeña es mas pequeña y menos sabrosa.
El segundo día partimos a ver una colonia de manatíes. Estos animales son unos mamíferos parecidos a las focas o leones marinos pero con las aletas mas desarrolladas y tienen la peculiaridad de tener el morro muy pronunciado, también se les llama vacas de mar supongo por su enorme tamaño. Nadaron muy cerca de la lancha y se les ve la forma a través de las cristalinas aguas y de vez en cuando asoman la nariz para respirar. Eso es todo lo que se puede ver porque está prohibido sumergirse a bucear con estos animales. La reserva de manatíes está en un cayo justo en frente de Belice city, podíamos divisar la ciudad a lo lejos desde allí. Para llegar hasta allí costeamos los cayos Chapel y Sant George.
Después de ver a los manatíes salimos a toda velocidad mas a dentro hacia un cayito llamado Goff que es una islita de arena con una palapa o tejado de paja y algunas palmeras. La isla de blanca arena está rodeada de aguas color verde y azul turquesa y es el paradigma de la isla que todos quisiéramos tener para nosotros. Habíamos llegado al paraíso.
Allí dejamos nuestras cosas y de nuevo cogimos la lancha para hacer snorkel en los corales que rodean la isla. Marta se quedó tomando el sol en la islita, no le gusta mucho bucear y lo del tubo para respirar no lo considera como una extensión de sus pulmones precisamente.
El buceo fue genial como siempre y regresamos a la isla muertos de hambre, comimos un poco y de postre abrimos unos cuantos cocos que solo tenías que recoger del suelo.
Buceamos un rato mas y volvimos a toda pastilla con esa lancha veloz que por estos parajes es el medio de transporte ideal, aquí nadie tiene coche, todo el mundo va en bicicleta, pero la lancha aparcada en el puerto es imprescindible. Por la noche salimos a cenar langosta pero nos tuvimos que conformar con un gran pez a la brasa porque la primera se había terminado, aquí cenan muy pronto.
Cuando retornábamos a la cabaña por un sendero muy oscuro Marta dio un sobresalto señalando al suelo y asustándome bastante. Era un cangrejo de tierra gigante del tamaño de una palma de la mano extendida, estaba en posición de ataque con las extremidades superiores en alto y amenazantes. Una de las dos pinzas era extremadamente desproporcional a la otra, era enorme. La primera reacción fue pararnos y yo comenté que debía estar muerto y que lo habían dejado en esa posición algún crío jugando con el bicho pues estábamos a bastantes metros de la costa. No acabo de decir eso cuando el bicho mueve una pinza suavemente. Joder, era de verdad y hay que reconocer que el bicho acojonaba por el tamaño y la pose a lo karate kid que me llevaba.
Esa pinza debía tener bastante carne y ser muy sabrosa pero ahora solo pensaba que si ese bicho salía disparado hacia nosotros se iba a llevar una gran patada nada más que estuviera a mi alcance. Así nos quedamos los tres durante un rato, desafiándonos a una distancia prudencial, no nos atrevíamos a pasar pues estaba en mitad del camino.
De repente llegó un hombre por detrás nuestro, de aspecto hispanoamericano, le preguntamos si era peligroso pero nos respondió que sabía lo mismo que nosotros pues acababa de llegar a la isla, estaba más acojonado que nosotros y se quedó detrás nuestro parado. El cangrejo estaba quieto en mitad del camino y decidimos echarle una foto pues bien la merecía, el flash le desconcertó un poco pero cuando comencé a filmarle y activé el foco de la cámara salió disparado del sendero hacia la maleza. Esa es la diferencia entre un hombre y un cangrejo, la técnica. El cangrejo comprendió que había perdido la batalla sin que la sangre corriera, el camino estaba despejado y podíamos ir a dormir.
cayo Ambegris
En la última salida en lancha tomamos dirección norte hacia cayo Ambegris. Antes de partir fuimos a llenar el depósito de gasolina, la gasolinera estaba en el lado deshabitado de la isla que mira hacia el continente. Bordeamos la costa norte y pasamos por el estrecho que la separa de otra isla y que se llama “the Cut” o el Corte. Producido por el huracán Hattie que partió en 1961 la isla en dos, lo que queda al otro lado de el Corte pertenecía a cayo Caulker.
The Cut es el mejor sitio para bañarse de la isla pues en el resto apenas hay playa. Una vez que repostamos salimos flechados hacia cayo Ambegris. Antes de llegar hicimos unas paradas para bucear. Estuvimos nadando de nuevo con mantas y tiburones, aquí las mantas todavía eran mas amigables y confiadas que las de ayer, incluso se te montaban en la espalda cuando menos lo esperabas llevándote un gran susto que a ellas parecía complacer.
El barquero también buceó con nosotros y les dio de comer de una manera un tanto peculiar. Se ponía cabeza abajo con un pescado en la boca y rápidamente se le acercaba alguna manta que se ponía sobre su cara envolviéndole totalmente la cabeza hasta que podía coger el pez, todo un espectáculo. Los tiburones estuvieron bastante rato con nosotros en concreto uno era mas amigable que el resto aunque bastante receloso, de vez en cuando se dejaba tocar y pudimos comprobar el tacto áspero de su piel, como si tocases una hoja de papel de lija.
San Pedro, capital de cayo Ambegris
Tomamos el sol en cubierta hasta que se hizo la hora de comer y nos dirigimos a San Pedro, capital de cayo Ambegris. Paseando por sus calles nos sorprendió que el cayo no era como lo habíamos imaginado. Estaba mucho menos masificado y habían la mitad de turistas de los que pensábamos. Alguna vez pasaba un coche por sus calles sin asfaltar. Total que los cayos beliceños están hoy en día muy vírgenes y el turismo todavía no ha impactado negativamente en su ecosistema ni ha creado infraestructuras que cambien los paisajes de estas dos islas.
El resto de cayos poseen alguna casa pero en general son vírgenes por completo. A la vuelta a cayo Caulker hicimos otra inmersión y llegamos de noche. Esta vez nos duchamos con repelente de mosquitos antes de llegar a la costa así que cuando desembarcamos casi no nos picaron, pensar que es horrible verte atacado por cientos de bichitos casi invisibles que no dejan de picarte por todos lados.
Al llegar a la cabaña nos encontramos unos nuevos vecinos, la pareja de tejanos. Acababan de llegar de Belice city hoy mismo a la tarde después de pasar tres días en la ciudad. Mientras nosotros estábamos en los cayos ellos se pasaban los días vagando por esa ciudad que no hay que dedicarle mas de un día en la visita.
Les preguntamos a que se debía que hubieran estado tanto tiempo allí y nos respondieron que cuando llegamos el viernes por la noche ellos lo hicieron casi sin dinero, nada mas tenían cheques de viaje que debían descambiarlos en un banco y que tuvieron que esperar todo el fin de semana para hacerlo puesto que los bancos estaban cerrados y no llevaban tarjeta de crédito ni dólares en billetes. Como ya he dicho anteriormente en los viajes hay días con suerte y con mala suerte, estos últimos no fueron muy buenos para ellos.
De todas maneras si eres un poco precavido puedes evitar estos inconvenientes por ejemplo viajando con tarjeta de crédito Visa e incluso llevar de otra clase como American Express o Mastercard dependiendo del país, si llevas la primera no tienes porque tener problemas en casi ningún lugar del mundo. Otro consejo es planificar tu viaje y saber por las poblaciones que vas a pasar y siempre aprovisionarte de moneda del país en las mas grandes o antes de internarte en lugares poco civilizados.
Ah! Y un dato mas, en América latina normalmente cobran un diez por ciento de recargo al pagar con tarjeta de crédito, aunque eso está prohibido nosotros ya damos por perdida esta batalla y lo aceptamos aunque a regañadientes.
Salimos a cenar langosta a un restaurante que la servían de todas las maneras posibles, a la brasa, plancha, fritas, hervidas, al ajillo, empanadas, etc. Toda una gozada, nos pusimos las botas. Tanto a la ida como a la vuelta del restaurante nos guiamos con una linterna por esos senderos perdidos de la isla.
En estos momentos de oscuridad son cuando crece la actividad de los cangrejos gigantes, pudimos comprobar que lo de ayer no fue algo anecdótico. Nos dedicamos a buscarlos y no digo que vimos cientos pero sí muchísimos. Además los oyes porque cuando caminas se asustan y se mueven, como son tan grandes el ruido que hacen en la maniobra les delata.
Los enfocas con la linterna y se detienen, si te acercas te miran con sus enormes ojos desafiantes y se levantan un poco del suelo con sus patas traseras mientras mueven su gran pinza delantera, si corres en su dirección se asustan y cogen las de Villadiego.
Incluso al llegar a la cabaña comprobamos que había uno bajo las escaleras que acceden a la puerta. Desde luego ya entiendo por qué las han hecho elevadas, no me quiero ni imaginar encontrándome plácidamente durmiendo y que te despierte un bicho de estos corriendo por encima de las sábanas. Además durante el día vimos una legión de iguanas campando por la isla, se perseguían entre ellas y se metían por todos los sitios.
Volvemos a la Ruta Maya
A la mañana siguiente tomamos una avioneta para dejar los cayos y marchar al continente. El aparato debía volar directamente a Corozal como estaba previsto pero como éramos sólo dos nos llevaron a San Pedro para que nos embarcáramos en otra avioneta con más pasajeros.
Así que finalmente partimos a las 10:00 horas rumbo a Corozal. Lo mejor del viaje fue que el piloto me escogió a mí para ir de copiloto durante el trayecto supongo que por mi altura y peso pues no quiero pensar otra cosa.
Bromee con él y le pedí que me lo dejara pilotar un rato a pesar de no tener ni idea, evidentemente no lo hizo. Volar en avioneta siempre es hermoso pero cuando lo haces sobre el mar y sus islas todavía lo es mas.
Viajar por Belice hacia Frontera Corozal
Llegamos a Corozal a mediodía. El aeropuerto es muy curioso, consta de pista de aterrizaje sin asfaltar, una caseta de la compañía aérea y una especie de parada de autobuses para que cuando llueva se refugie debajo la gente.
Pero no es una parada de buses puesto que no los hay, así que tuvimos que irnos en taxi hasta el pueblo y este nos dejó en la terminal de autobuses que parten hacia Méjico de la que sólo queda el letrero.
El taxista nos dijo que esperáramos en un pequeño cruce que se localizaba a trescientos metros en la carretera que lleva a la frontera de Chetumal. Esperando el camión vimos aquella mujer negra embarazada con sus hijos que parecían los Dalton, sí aquellos de que hablé anteriormente refiriéndome al gran crecimiento vegetativo de esta raza.
Poco después llegó el autobús que nos llevaba a Chetumal. Dejábamos el país sin visitar el oeste pero las ruinas mayas que hay por allí están muy deterioradas y no merecen la pena. La única es la de Caracol que fue una gran ciudad maya y que actualmente están restaurando, quizá cuando finalicen la restauración será una de las atracciones turísticas del país pero hoy por hoy decidimos marchar hacia el norte, hacia Méjico.
En las fronteras te hacen bajar del vehículo para realizar las gestiones oportunas del cambio de estado. Comenzó a bajar la gente y yo recordé que el conductor no me dio ningún tipo de recibo cuando subimos y que por tanto igual nos ponía alguna pega cuando intentáramos subir después de la frontera, aquí mejor prevenir que curar.
Andaba un poco alocado buscando susodicho individuo y cuando me dispuse a descender del autobús lo hice con muy mala pata, nunca mejor dicho. Bajé dos escalones a la vez pero en vez de apoyarme con el pié lo hice con el tobillo que me torcí al instante dando de morros al suelo.
En el mismo instante me di cuenta que no me había roto el pié pero que la torcedura era bastante grave. Me puse blanco al momento, el conductor mejicano me ayudó a levantar preocupado con la caída que pareció hacerle bastante gracia a un negro que teníamos cerca por la sonrisa que le vi en la cara mientras me levantaba.
Luego me puse en la gran cola que formaban de pié todos los que intentaban cruzar la frontera. En la entrega de pasaportes ya no aguanté mas y me fui a sentar a un rincón al que llegué casi sin visión y apunto de perder el conocimiento. Quedé sentado en el suelo mientras Marta pasaba el control de la documentación.
Me recorría un sudor frío por todo el cuerpo, realmente me había fastidiado bastante. Dos guardias negros me observaban impasibles. Desde aquí envío un recuerdo a los morenos que estaban en el control de pasaportes, ninguno me ayudó a llegar al rincón pese a andar como un zombie y nadie se preocupó de preguntarme si me encontraba bien. Desde luego los negros de Belice desbordan en simpatía hacia los blancos, en fin igual tienen sus razones pero respecto a mí no me llevo un grato recuerdo de ellos, mejor dicho, es una gente que te deja bastante indiferente.
De nuevo en México
En la parte mejicana tuve la mala suerte de que me tocara la luz roja en el control de equipajes. Se trata de pulsar un botón que da luz verde o luz roja alternativamente y si te toca el semáforo rojo te registran, pero predomina la verde para agilizar el paso.
A mí me tocó la roja, ya no me aguantaba de pié y les dije que me registraran el equipaje mientras yo me sentaba en el suelo, les expliqué lo que me había ocurrido y me miraron la mochila muy por encima para que me pudiera ir rápidamente.
En las fronteras conocimos a una pareja de Mallorca que iban en nuestro autobús y que luego de Chetumal se dirigían a Tulum también. En la terminal de Chetumal comprobamos que el autobús no salía hasta las 16:00 horas por lo que nos quedaba dos horas de espera que pasamos los cuatro charlando en la cafetería.
Por fin volvemos a comer tacos y quesadillas. A la hora prevista partimos hacia Tulum llegando entrada ya la noche y nos alojamos en el hotel del crucero que es la zona en que parte la pequeña carretera que va a las ruinas desde la carretera principal que va hasta Cancún.
El hotel estaba bastante bien pero se salía del presupuesto aunque esta noche mi tobillo se merecía un buen descanso. Los mallorquines dormían en la habitación contigua a la nuestra, antes de entrar para dormir nos despedimos de ellos pues aunque en principio no íbamos a estar mucho en Tulum el accidente que tuve requería un descanso de por lo menos tres días, así que al día siguiente no teníamos que madrugar para visitar con ellos las ruinas y marchar a la tarde. Eso implicaba que ya no nos veríamos y era el momento de despedirse.
Estuvimos charlando en la puerta y Marta se fue a apoyar en la barandilla del pasillo cuando el mallorquín le dio un grito alertándole que había un escorpión, no le picó de milagro. Lo mejor era ir a dormir puesto que este no parecía un buen día.
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Hola Héctor. He leído tu texto porque estoy preparando mi viaje a Guatemala y Belice. No me gusta nada el desprecio de tus palabras hacia “los negros de Belice “ o “la raza negra”. Que pena que hables tan despectivamente de gente que te acogió en su país.
Hola Laura
Hace muchísimos años de aquello. Si lo escribí así en su momento sería porque así lo percibí. No tengo problemas con la raza negra ni con ninguna otra. Seguramente me refería a algunos negros de allí que no debían ser muy simpáticos, por no decir algo racistas, que los hay. El racismo no es patrimonio de la raza blanca, o del hombre blanco.
Hola Hector, estamos pensando en ir a Belice y Guatemala. Crees que es seguro ir por nuestra cuenta? Y para moverse mejor alquilar coche o transporte publico? Para coger excursiones, es fácil una vez alli en agencias locales?
Hola
No te podría responder con garantías de veracidad porque hace mucho tiempo, 22 años, que estuve allí. Estos datos prácticos no te los puedo dar, eso sí, el post de cosas a visitar está en vigor porque los paisajes cambian poco…. a veces
Hola Hector, estamos pensando en ir a Belice y Guatemala. Crees que es seguro ir por nuestra cuenta? Y para moverse mejor alquilar coche o transporte publico? Para coger excursiones, es fácil una vez alli en agencias locales?
Muy buen relato. Gracias por compartir !
Hola. Gracias por compartir, excelente relato, queria preguntarle cuanto cuesta aprox la avioneta hasta los cayos? y cuanto cuestan los toures en lancha? y la comida langosta pescado? Gracias por la inf.
hola , piensa que este viaje es de 1996. Te puede ir bien como guía de recorrido, pero los precios están muy desfasados o yo no te los puedo dar con una actualización que te interese. Lo siento 🙁
Me muero por conocer!
Que linda experiencia!!!!!
Que hermosa aventura! Me encantaria pasarla como vos. Saludos y exitos!